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Proteger a nuestra comunidad educativa y activar ayudas cuando detectamos riesgo suicida

Proteger a nuestra comunidad educativa y activar ayudas cuando detectamos riesgo suicida.

Una de las principales características de nuestra Estrategia MAPAS, estriba justamente, en la facilidad pedagógica y comunicativa que proporciona para organizar, difundir y sensibilizar en torno a los contenidos fundamentales asociados a la prevención y actuación ante el riesgo suicida.

En consecuencia, y dado que en el artículo anterior revisamos las 2 primeras letras del acrónimo MAPAS (Mitos y alertas) , en esta ocasión nos focalizaremos en la tercera y cuarta consonante que lo componen: Protección (P) y Ayuda (A).

PROTECCIÓN (P)

Cabe decir que los factores protectores los podemos dividir en 3 ámbitos, que se potencian entre sí. En este mismo sentido señalar que en su versión negativa los factores protectores pueden transformarse en factores de riesgo. Al mismo tiempo es importante destacar que dado que la subjetividad humana es un fenómeno complejo, un o dos factores no determina por sí solo el nivel de protección o riesgo las personas, ya que éste derivará de la articulación entre dichas variables,  su interacción con las contingencias que a cada quien le corresponda sortear y la identificación e interpretación de los recursos con que se cuenta para tal tarea.

Estos son algunos de los factores protectores relevantes que debemos procurar promover con miras a la prevención y atención de las conductas de riesgo suicida.

A nivel individual:

Desarrollar y entrenar competencias Emocionales, especialmente consciencia y regulación emocional, en tanto permitirían identificar los estados emocionales propio y expresarlos saludablemente.

Proyecto de vida: contar con una proyección vital supone una mayor disposición motivacional a la superación de las dificultades y a la búsqueda de soluciones.

A nivel Familiar:

Clima familiar protector: un ambiente acogedor, de aceptación, valoración y respeto, así como en el que estos principios se materializan en un trato afectivo, escucha activa y reconocimiento, son uno de los principales activos que las personas pueden tener , especialmente por sus positivos efectos sobre la autoimage y autoestima positiva, regularmente devaluados en los procesos suicidales.

Competencias emocionales familiares: la regulación, asertividad y capacidad de resolver conflictos de forma pacífica, permite por una parte mantener en equilibrio los niveles de estrés y tener la confianza de poder expresar lo que se siente o cree.

A nivel Ambiental:

Relación cercana con la comunidad: relaciones afectivas y de colaboración con otras personas e instituciones de la comunidad promueve los sentimientos de identidad e integración, así mismo exalta el sentirse importante y útil para otros (as/es).

AYUDA (A)

A continuación referimos a 3 dimensiones en las que se deben generar acciones de coordinación y articulación para proveer de ayuda a personas, especialmente adolescentes, ante situaciones de riesgo suicida.

La primera ayuda la debe prestar quien esté cerca.

“Si el sentido común hace que otros puedan asumir una postura de paciente y atenta escucha, con reales deseos de ayudar al sujeto en crisis a encontrar otras soluciones que no sean el suicidio, se habrá iniciado la prevención.”

(Pérez Barrero, 2005)

Con esta frase del año 2005, motivaba la desmitificación de la idea de que “sólo un profesional puede ayudar a una persona en riesgo suicida”, el recientemente fallecido, Sergio Pérez Barrero, psiquiatra y suicidólogo asesor de la OMS y  fundador de Sección de Suicidiología de la Asociación Mundial de Psiquiatría y de la Red Mundial de Suicidiólogos.

En la citada alocución, el experto confirma la posibilidad de colaboración activa en la prevención del suicidio al mundo no experto, al compañero (a/e), a docentes, a amistades y familiares, sólo a condición de escuchar con “reales deseos de ayudar”. Desde esta perspectiva la ayuda de nivel interno en la comunidad educativa surge como consecuencia de la empatía y la sensibilización con la problemática del riesgo suicida.

Activación de protocolos: para esto deben estar claramente definido las personas que deben activar y realizar uno u otro procedimiento

Coordinación de acciones con la familia

Es necesario que la familia pondere adecuadamente relevancia del riesgo, que comprenda sus implicancias y necesidades socioemocionales y de asistencia que requiere su hijo (a/e), al tiempo que colabore procurando un clima familiar contenedor y pacífico.

Coordinación de acciones académicas

flexibilizar entregas de trabajos y evaluaciones, priorizar por el monitoreo y reporte sobre el comportamiento, ofrecer tranquilidad y apoyo para superar el proceso, entre otras acciones son las que se debieran coordinar con el equipo docente que da clases al curso al que pertenece la persona en riesgo. Los objetivos centrales de esta coordinación son: reducir el estrés y transmitir apoyo, comprensión y contención.

Articulación de redes externas

Dependiendo de la etapa suicidal en la que se encuentre el/la/le estudiante se debe realizar la derivación correspondiente, ya sea a Cesfam para casos de ideación/planificación (u otras organizaciones públicas o privadas colaboradoras) o a urgencia del hospital respectivo para los casos de intento.

Sólo señalar que este artículo, lejos de exhibir todos los factores protectores o acciones de ayuda, tiene por intención estimular el interés en la prevención e invitarte a continuar indagando, aprendiendo y actuando en favor de reducir los suicidios.

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