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Violencia escolar y la nueva normalidad

Si bien el actual retorno a la presencialidad en las escuelas, colegios y liceos ha estado marcado por los reencuentros, la vuelta a las salas de clases, las pichangas y otros juegos con mascarilla, ha sido la violencia escolar la que ha ganado protagonismo casi diario en los medios de comunicación masivo, sorprendiéndonos con situaciones bastante extremas que pareciera se han vuelto parte de la “Nueva Normalidad”.

Sin tener la violencia, nada de nuevo en tanto fenómeno social y escolar, parece haber coincidencia en muchas comunidades educativas, que en la intensidad y frecuencia de aparición que ha cobrado en la actualidad parece sobrepasar los niveles de violencia precedente.

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Ante esto como equipo Convivo nos hicimos algunas preguntas, las cuales intentamos responder a través del webinar “Abordaje y prevención de la violencia escolar”, realizado el pasado miércoles 30 de marzo.

En la instancia participaron:

  • Américo Appiano, Experto en Comportamiento Humano y Terapeuta Gestáltico, director de la ONG Sueca Gründen
  • Juan Troncoso Maureira, Trabajador Social, Mg. En Gestión Directiva de Instituciones Educativas, actualmente coordinador del programa de intervención especializada en vulneración de derechos de la niñez y adolescencia, Fundación Mi Casa, Taltal
  • Rodrigo Gutiérrez Lobos, Sociólogo director de Fundación Convivo. 

A continuación presentamos una síntesis de las respuestas de los expertos a las preguntas centrales y al final los consejos que cada uno ofreció para hacer frente y prevenir la violencia escolar.

¿Existe relación entre la pandemia, sus restricciones y confinamientos, y el aparente incremento de la violencia escolar?

Fue Américo Appiano quien ofreció una respuesta a esta pregunta:

“Se impuso y acentuó una nueva anormalidad. Se impuso un confinamiento a seres gregarios, altamente sociales lo cual hizo entrar en un estado anormal de impotencia en que el individuo percibe “no puedo afectar mi situación, no hay salida.” Se interrumpe el sentir, pensar, actuar y tener resultados. La violencia anularía esa sensación de impotencia.”Américo Appiano

 “La violencia escolar actual la podemos entender como una respuesta a la impotencia acumulada en todo el período de restricciones y confinamiento, en que la consciencia de pérdida de control sobre la propia realidad y que se expresa, de manera desadaptativa por cierto, en ejercicio de la violencia sobre otras personas, sobre aquellas que sí puedo dominar y/o controlar”.Américo Appiano

¿Son los hechos de violencia escolar de este año, una característica de la nueva normalidad?

A mirar de Juan Troncoso

“La violencia escolar que estamos viviendo actualmente no es nada nuevo (…) son los medios de comunicación los que le han dado el realce público”. Troncoso conduce la atención hacia los entornos sociofamiliares de los protagonistas de los hechos conocido por la prensa. Estos estarían relacionados con “Las dinámicas familiares y la manera en que NNA se relacionan con sus entornos cercano. Ellos así se relacionan en su entorno familiar, de manera violenta, lo que se alimenta de la falta de competencias parentales para educar en otros estilos de relación”.  Así también, realiza la crítica a la gestión de la convivencia escolar que realizan las comunidades educativas, indicando que esta se avocaría principalmente a el abordaje superficial de la misma: “Contención y abordaje protocolar de violencia directa y explícita, pero no se profundiza en las dinámicas familiares, no llegan hasta allá.”Américo Appiano

¿Hay tareas pendientes desde antes de la pandemia que no han estado bien hechas y hoy nos pasan la cuenta? 

Para dar respuesta a esta pregunta, el Sociólogo Rodrigo Gutiérrez expresó su coincidencia con Troncoso en cuanto al abordaje superficial de la violencia, no obstante considera que su origen no se remite sólo a los ambientes sociofamiliares.

“La violencia escolar en general responde a una diversidad de causas, en donde lo familiar y el entorno cercano es una de ellas”, agrega que el origen de la violencia es complejo, aportando a su actual configuración, tanto cultura escolar como la del entorno social: “la propia institución educativa, a través de su cultura, normas, significados y naturalización de ciertas formas de violencia; así como también la cultura imperante, con sus valores, instituciones y medios de comunicación”.  Rodrigo Gutiérrez Lobos

Para Gutiérrez la gestión de la convivencia escolar estaría “al debe” con la formación de las comunidades educativas en materia de convivencia pacífica y cultura de paz, principalmente porque ha centrado en responder a los requerimientos técnico-burocráticos impuestos desde el Ministerio de Educación y la Superintendencia, dejando de lado las propias experiencias, sensibilidades y necesidades de las personas.

“Pasó a ser más importante el protocolo, su correcta implementación y evidencias que el proceso y la experiencia a la que refiere. Esto no sucede por alguna mala fe o por incompetencia técnica, sino pasa por automatización, falta de reflexión sobre las propias prácticas y su impacto, pasa por la infinitud de exigencias burocráticas que dificultan un desempeño más consciente del rol que cada quien desempeña en el sistema educativo” 

Al finalizar los expositores compartieron algunos consejos para superar la actual crisis en materia de convivencia, desregulación y violencia escolar:

Gestión más consciente y humanizada de la convivencia escolar: Desarrollar procesos de sensibilización con todos los actores educativos y, respecto de quienes tienen que liderar la gestión de la convivencia y administrar las normas disciplinarias, promover una gestión más consciente de qué más allá de los protocolos, formularios y evidencias en torno a situaciones específicas, hay personas que se verán afectadas, a veces de manera determinante, por dichas situaciones, así como por la calidad de los procesos que se implementen en favor de resolverlas.

Gestión de la convivencia más contextualizada: considerar las características particulares de las comunidades educativas asociadas a su cultura, características socioeconómicas, aspiraciones, entre otras y abrirse a la participación y propuestas de los distintos actores de la comunidad educativa.

Trabajar el desarrollo de competencias emocionales con todos los actores educativos, especialmente la regulación emocional y de la ira en particular. Considerar que la desregulación, estrés o irascibilidad no es monopolio de los estudiantes (Según datos de la SIE, el 2021 las denuncias de maltrato de “adulto a menores” superó en un 20% las “entre estudiantes”, siendo un 85% de tipo psicológico).

Reflexionar sobre la propia cultura y las formas violencia menos visible y silenciosa que es necesario erradicar.

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