Alineando la comunidad educativa: roles y funciones
“Alinear a todos los actores de la comunidad educativa” ha resultado ser uno de los temas más mencionados cuando los líderes educativos son consultados sobre sus “desafíos de la convivencia”.
Resulta bastante lógico si se considera que una comunidad educativa “alineada”, “coordinada”, “articulada”, o como quiera llamársele a aquella que sustenta su convivencia en valores, metas y sueños compartidos… en definitiva, en todo aquello que le otorga el estatus de “Comunidad”.
Cuando percibimos una comunidad “poco alineada”, o sea poco colaborativa respecto de las tareas que se deben llevar a efecto para lograr los objetivos propuestos, uno de las causas más recurrentes refiere a la escasa consciencia y apropiación del rol que a cada actor cabe en el proceso educativo/formativo.
Estos roles y funciones posiblemente en la mayoría de los casos, estén más o menos definidos, en algún apartado de su PEI o reglamento interno, sin embargo pocas veces están claramente diferenciados y menos aún socializados, de hecho en diversos talleres, nos ha resultado increíble ver las expresiones de los asistentes, docentes y apoderados cuando ven, que en la definición formal sus roles van más mucho más allá de, respectivametne: masistir, hacer clases o colaborar tangencialmente, incluyendo funciones muy relevantes, transformadoras y motivantes. En ese momento se comienza abrir un nuevo horizonte de conversaciones orientadas a la acción cooperativa.
Claro está que la solución a la falta de “alineamiento” no pasa sólo por recordar los roles y funciones de cada uno/a, pero sí en gran parte está relacionada con el nivel de consciencia y sensibilización con que cada quien se apropia de su rol y lo comprende en interdependencia con otros.
Aquí coincido nuevamente en que el concepto de sensibilización es fundamental, no basta con difundir formalmente, a través de un extracto impreso, sino de estimular la consciencia del poder que les confiere su rol y que puede ejercer en favor de una educación realmente transformadora, a través de acciones intencionadas, periódicas y enriquecedoras para todos los participantes.
Por último, para que esta sensibilización resulte sostenible y se proyecte son necesarias al menos las siguientes 3 condiciones:
COMPARTIR en instancias realizadas para elevar la confianza entre los actores educativos.
REVITALIZAR (actualizar) participativamente los dispositivos micropolíticos de la escuela, que permita que cada actor se sienta representado e identificado (PEI y Reglamento de Convivencia) y que facilite la sintonía a la hora de implementar protocolos y colaborar con acciones de mejora.
PLANIFICAR ACCIONES DE FORMA COLABORATIVA, representando los intereses e iniciativas y capitalizando los talentos disponibles en la comunidad. De esta manera, lo más probable es que la carga de trabajo que impone la convivencia sea, como corresponde, compartida en corresponsabilidad entre todos y todas.
(Quizá la más abstracta y general de las citadas condiciones “compartir” sea la más sencilla y a su vez difícil de conseguir, en tanto implica participación comprometida y creatividad, ya que cualquier instancia puede ser un buen pretexto para lograrlo)