Educación “no sexista”, “fin al patriarcado”, “estereotipos de género”, son algunas de las consignas que se enarbolan desde emblemáticas aulas nacionales, tanto a nivel secundario como de instituciones de educación superior; las cuales han llegado a complejizar nuestro lenguaje en favor de la igualdad de derechos y trato entre mujeres y hombres ¿Por qué hoy, cuando el enfoque de género está normativamente integrado al currículum, a la gestión de la convivencia y a muchos de los programas que se operan en la escuela? ¿O es acaso que realmente como sociedad, y pese a todo lo supuestamente avanzado, seguimos en deuda con las mujeres?
Efectivamente el denominado “enfoque de género” es una exigencia explícita en educación y su implementación efectiva uno de los mayores desafíos que enfrenta, no obstante y a pesar de los avances políticos y normativos al respecto, aún persisten anquilosadas a nuestra base cultural, muchísimas creencias y naturalizadas prácticas violentas y menoscabantes hacia las mujeres, de manera más o menos involuntaria… ¡incluso por parte de quienes nos declaramos abiertamente “inclusivos”, “no sexistas” o “profeministas”! Esto sin perjuicio que dado lo normalizado de éstas, muchas veces las mujeres ni siquiera las perciban negativamente.
Un halago “caballeroso” a la apariencia física de una colega luego de haber terminado una presentación técnica; reprender más enérgicamente que a su par masculino, a una niña que dice una grosería; reglamentar la prohibición de ir a la escuela con pantalones a las niñas; si bien pueden parecer prácticas casi inocuas, son muestra de que nuestras relaciones y normatividad que las condiciona, están basadas sobre un paradigma que lleva la diferencia entre hombre y mujeres a dimensiones que sobrepasan ampliamente lo meramente biológico o reproductivo; menospreciando, para el primero de nuestros ejemplos, el valor de un discurso ante la apreciación física; sobrevalorando una falta al lenguaje adecuado, en elsegundo; o limitando la comodidad de decidir sobre el uso de una prenda de vestir que incluso puede ir mucho más allá de algo estético, como suele ser el andar abrigada en invierno o dentro del período menstrual.
Sólo agregar que estas mismas prácticas y otras innumerables que podríamos mencionar, constituyen el caldo de cultivo para fenómenos de mayor connotación: la escasa participación de la mujer en cargos directivos, diferencias salariales, prevalencia de situaciones de acoso sexual hacia las mujeres; todos fenómenos con una base semántica común: subvaloración del aporte intelectual de la mujer; menosprecio del aporte de la mujer al mercado del trabajo y cosificación mercantil fetichista y sobrerotizada de la mujer.
En este contexto la escuela, tiene nuevamente -y al mismo tiempo- la responsabilidad y oportunidad de encabezar un cambio cultural desde la transformación en la convivencia, orientado a construir una sociedad más democrática, equitativa y menos violenta; pero para eso deberá ser capaz de abrirse al cambio y autobservarse, identificando prácticas sexistas y cultivar un nuevo trato hacia las mujeres, equitativo y digno. Una forma de iniciar este cambio es a través de campañas de promoción de la igualdad de género en las comunidades educativas; instancias amplias de conversación principalmente orientadas a “escuchar”; incorporando a sus reglamentos protocolos específicamente referidos a atender casos de violencia de género a fin de pesquisar y abordar oportuna y formativamente situaciones de este tipo en la escuela y por último erradicando toda forma de violencia sexista, por mínima que parezca.
Para finalizar y con el fin de facilitar la profundización de los temas aquí muy someramente revisados enlazo a bibliografía muy contributiva, tanto para construir su propia arquitectura conceptual, como para problematizarlo y operacionalizar el enfoque de género en su comunidad educativa.
Libro “Educación No Sexista” , Red Chilena Contra la Violencia Haica Las Mujeres; Chile 2016. Muy buen compilado de ensayos, experiencias e investigaciones. Sugiero especialmente el ensayo de Ximena Azúa Ríos: ” Aprender a ser mujer, aprender a ser hombre. La escuela como reproductora de estereotipos”.
Libro “Prácticas Sexistas en el Aula”; UNICEF, 2004. Expone metodología y resultados de una investigación en Paraguay sobre sexismo en las aulas, ofreciendo además de interesantes conclusiones, una marco conceptual que ayuda a aproximarse al tema.
Educación para la Igualdad de Género; Mineduc, 2015. Definiciones conceptuales actualizadas, diagnóstico de las desigualdades de género en educación, normativas nacionales e internacionales y una “hoja de ruta para la incorporación del enfoque de género en educación.”
“Las otras Mujeres de la Historia de Chile”: Artículo publicado en emol, en referencia a la publicación de Corporación Humanas del mismo nombre. La publicación de Humanas releva las biografías de 21 mujeres escasamente consideradas en nuestra historia, de las cuales el artículo selecciona 10 de ellas. Lo adjuntamos con la intención de motivar la difusión del aporte femenino al desarrollo de distintas áreas de la sociedad y la cultura en su comunidad educativa.
¿Conoces a…?: Consejería de Educación de la Junta de Andalucía: Ed. Alianza Grupo Género; España, 2006. Excelente guía didáctica. Como el texto anterior, releva 9 biografías de mujeres destacadas en el arte, la ciencia y el desarrollo social, pero además incorpora estrategias didácticas para llevarlas al aula. Si bien son biografías de mujeres de otras latitudes, la articulación de la biografía con actividades para el aula esta buenísima.