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La tía Mary. Profesora y heroína – Convivo

La tía Mary. Profesora y heroína

Más que hablar de amor, compromiso y empatía, es mejor  relatar una historia que siendo real conmueve con su ejemplo. Este relato es uno de los que hemos recogido en talleres con docentes y/o asistentes de la educación, tras consultar  por “profesores que te han marcado la vida”.

Es la historia de Ana, una asistente de la educación –casi profesora- que faltándole poco más  de un semestre, por cosas del destino no terminó su carrera de pedagogía… y bueno, hoy está feliz a cargo del C.R.A. en una escuelal sur de nuestro país.

Cuando Ana tenía 11 años sufrió la pérdida de su abuelo. Uno de sus principales amores en ese entonces. Producto de la pena, uno de los más visibles efectos físicos de este estado emocional fue que comenzó a perder el cabello en gran volumen, dejando al descubierto grandes secciones de su, ahora ralo, cuero cabelludo.

Lamentablemente, sus compañeros –en parte por inmadurez, en parte por diversión, en parte por no ver el sufrimiento de su compañera- no tardaron en notarlo y comenzaron a molestarla, con sobrenombres y bromas, que no hacían más que incrementar la pena de la pequeña Ana, que a sus once años y cuando más los necesitaba, éstos habían dejado de verla, sólo para ver en ella las heridas que intentaba sanar.

Como no todo puede ser tan malo, afortunadamente con ella estaba su profesora, la Tía Mary; de quien, según ella nunca olvidará el nombre. Ella hizo todo cuanto pudo para que los niños no la molestaran y en parte lo consiguió, no obstante para Ana, de todos modos era más de lo que podía soportar, por lo que decidió dejar de ir a clases.

Durante todo el siguiente mes se quedó en su hogar, pero ya desde el tercer día inasistente, la Tía Mary le llevó, 2 veces por semana materiales y guías para que trabajara en su casa, mientras se recuperaba. Con todo Ana no quería volver a la escuela, y aunque el cabello le estaba volviendo a crecer –para lo cual se sometió a un tratamiento que incluyó raparse- no estaba dispuesta a regresar.

A estas alturas la Tía Mary había logrado compensar en parte el vacío dejado por la partida de su abuelo, sin embargo sus esfuerzos por convencer a la niña de que volviera a clases, habían resultado infructuosos, hasta que el día 33 de inasistencia la niña cedió y el día siguiente Ana retornó a su escuela.

A la llegada de Ana, Pamela, Nicolás y Mariela, sus amigos de siempre la recibieron felices en la entrada, pero ya en la sala las bromas y hostigamiento siguieron, la profesora decidida a que no comenzara de nuevo la hostilización, envió en la primera hora 3 niños a inspectoría. Todo parecía más calmado, pero igual se respiraba tensión. Para ella además de todo lo comprometida que estaba afectivamente con Anita, como le decía, también era un desafío a su rol docente que no estaba dispuesta a soslayar, lo que la llevó a pensar en una nueva estrategia que terminaría con las molestias a Ana. El día siguiente era un día normal, la primavera, los brotes y los colores intensos sirvieron de escenario a una medida igual de intensa, que la tía Mary tomaría.

Al ingreso todo normal… sí… todo… o casi todo. Había quienes habían notado algo raro en la profesora, pero sólo eso. Pasado unos minutos comenzaron nuevamente las molestias a Ana,  y la tía que hasta ahí no se había sacado la boina que diariamente usaba, dejó a todos sin habla cuando, llevó su mano a su cabeza, tomó el gorro que la cubría y lo arrastró por su cuerpo hasta apretarlo con su puño contra el muslo y, golpeándolo hacia sí  dijo firme, sin gritar pero con lágrimas contenidas en sus ojos:- ¡Desde hoy quien moleste a Ana me estará molestando a mí!.

La tía Mary se había rapado. La noche anterior había afeitado por completo su largo, sedoso y alisado cabello.

Desde ese día nadie volvió a molestar a Ana, y si lo volvieron a hacer el efecto sobre ella ya no fue el mismo. Ella se sabía  incondicionalmente apoyada por su profesora.

Nota: del relato real sólo han sido cambiado algunos nombres y detalles del contexto. Lo que aconteció entre Ana y la profesora Mary es absolutamente verídico y es eso, justamente, lo que lo hace maravilloso y esperanzador. La confianza de saber que educadores  como la de la historia son reales, existen y heroicamente  transforman realidades. ¿o no habrá sido ella inspiración para que Ana se vinculara a la educación con el compromiso que hoy lo hace?

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